El ser humano es un ser social, y como tal ha de aprender a comportarse. El comportamiento son una serie de factores que nos caracterizan como personas, y dependiendo de cómo sea este los demás tendrán una imagen diferente de nosotros.
Saber como relacionarse con los demás es fundamental para los humanos, ya que sin ningún tipo de compañía no podríamos ser felices.
El halago o piropo es una forma de dirigirse a los demás de manera positiva. Es la mejor manera de hacer sentir bien a otra persona, eso sí, han de darse una serie de factores para que el halago sea efectivo:
- Buscar algo de la otra persona que de verdad te guste para que el halago sea sincero.
- Decir por qué te ha gustado.
- Hacerle alguna pregunta al respecto.
Pues bien, una vez dicho el piropo, si este es real, la persona halagada se sentirá mejor consigo misma a la vez que el halagador, que al ver feliz a la otra persona, también se sentirá mejor consigo mismo.
Siguiendo estas directrices he escrito un mini diario "El diario halagador", y explicaré a continuación las conclusiones a las que he llegado después de una una semana diciendo más halagos de los que digo normalmente a los que están a mi alrededor (claramente no iba soltando piropos por la calle).
Las reacciones han sido muy dispares. En primer lugar, mis amigas en un primer momento se sintieron con más autoestima al hablarles bien de su ropa, de cómo les quedaba, lo guapas que estaban... Y yo me sentí mejor conmigo misma, por hacerles sentir dichosas y gracias a esto la relación con ellas esta semana mejoró. ¿A qué se debe esto? Digamos que los seres humanos necesitamos muestras de afecto para sentirnos queridos y comprendidos, y la mejor manera de hacer esto es hablar bien de los puntos fuertes de la gente que queremos. Las relaciones se basan en eso, en saber los puntos fuertes y negativos de nuestros amigos, saberlos apreciar, y en ocasiones un "piropo" acerca de estos no viene nada mal.
El halago funciona sea verdad, mentira, dudoso, hipotético... Pero ya que son tus amigos, no te los inventes, ¿seguro que puedes decirles muchos con lo que sabes de ellos!
Hubo un momento que una de mis amigas ya se mosqueó... "Oye, tu estás demasiado simpática" y le conté lo que tenía que hacer. Y es que yo particularmente no me dedico a halagar a todas horas a mis amigas, sí que intento cuidarlas y estar atenta a ellas pero los piropos no abundan.
Otro caso similar fue el de mi madre... Una madre está acostumbrada a que le pidan las cosas de todas las maneras posibles y uno de los mecanismos es piropear a tu respectiva madre. Ellas que son muy listas saben lo que estás haciendo, intentas pedirles algo y estás "haciéndole la pelota". Te han pillao. Y la respuesta a tu décimo piropo a la semana es "¿Qué me vas a pedir?".
La gente que tenemos a nuestro alrededor sabe que los halagos son un mecanismo muy fuerte para llegar a cambiar comportamientos en otras personas. Por eso mismo, un aumento repentino de ellos puede alertar a estas personas y llegar a pensar que intentas conseguir algo con ello.
Por lo tanto, es importante conseguir un beneficio mutuo en cada una de las relaciones que tenemos. Los halagos pueden ser un buen método para subir la autoestima de alguien que está pasándolo mal, sin necesidad de tener que llamar a Leonardo Di Caprio para que te salve de tu naufragio.
¿Y cómo me sentí yo? La verdad es que es muy agradable ver como la gente que nos importa sonríe por las cosas que les decimos sobre ellos. No sabría decir si ahora mismo tengo más autoestima o creo que me he quitado unos kg sin hacer dieta ni moverme, pero lo que sí se es que me siento mejor conmigo misma por haber podido dar unos momentos de felicidad a aquellos que quiero.